GUDARI

AGE

 
Testimonio

El pasado 24 de febrero (domingo) cuando salía de realizar un vis a vis con un preso político vasco fui detenida en la puerta de la cárcel de Castellón, a las 8.45 de la noche. En la puerta pude ver un movimiento extraño, había mucha gente que me miraba, yo salí y se abalanzaron sobre mí diciéndome que estaba detenida por colaboración con ETA, no me enseñaron ninguna orden, y que levantara las manos. Enseguida me agarraron, me agacharon la cabeza y me llevaron a una habitación de la misma cárcel. En la habitación se presentó el capitán de la Guardia Civil (no me enseñó ningún carne ni placa), yo estaba muy preocupada por mi compañero y estaba continuamente preguntándoles dónde se encontraba. Me dijeron que estaba bien.

En esa habitación se quedaron dos mujeres guardias civiles y me desnudaron para cachearme, una vez me quitaron todos los objetos (pendientes, pulseras, reloj...) me vestí y seguidamente me esposaron hacia atrás apretando bastante las esposas. Me sacaron de la cárcel en un coche y pude ver que el coche con el que habíamos ido a Castellón estaba aparcado en el mismo sitio sin nadie dentro, por lo tanto supuse que Mikel también estaba detenido.

Cuando llegamos al cuartel de la Guardia Civil de Castellón (que no pude ver si verdaderamente era el cuartel, lo supuse porque de la cárcel al pueblo hay unos 10 kilómetros y nos costó poco llegar), me pusieron contra la pared esposada ante de un calendario que me sirvió para memorizar los 3 ó 5 días que podía estar con ellos. Solo pude ver la cara de la mujer que me cacheó en la cárcel, al resto no se la vi. Calculo que estaría unas cuatro horas de pie contra la pared esposada hacia atrás y con las muñecas doloridas. En estas horas me leyeron los derechos, me dijeron que estaba incomunicada y me pidieron el teléfono de la abogada. También me cogieron las huellas dactilares, me sacaron las fotos y demás historias para ficharme. Cada vez que tenía que ir al baño entraba la guardia civil conmigo dentro.

Hacia la 1.30 de la madrugada me cambiaron las esposas hacia delante y me bajaron a un garaje a presenciar el registro del coche con el que habíamos viajado a Castellón. Me dijeron que a la única persona que podía mirar era al secretario, que ni se me ocurriese mirar a Mikel ni a ellos, y en cuanto levantaba un poco la vista, me agachaban la cabeza. Durante el registro metieron todo lo que parecía interesarles en bolsas y lo que no lo dejaban en el mismo coche. El registro duró un par de horas más o menos. Luego nos metieron en un canguro (un autobús con celdas), a cada uno en una celda y nos dijeron que no hablásemos y no nos autolesionásemos, fui todo el viaje hasta Madrid, esposada y sin poder dormir.

Llegamos a Madrid por la mañana del 25 de febrero (lunes), ya había amanecido. Nada mas llegar me pusieron un antifaz en los ojos con el que estuve casi todo el tiempo durante los cinco días, no pude ver ninguna habitación del cuartel salvo el calabozo, el baño, la sala del médico forense y la sala de la declaración policial. No vi la cara a nadie salvo a los dos policías que me tomaron declaración y a dos forenses.

Me llevaron a los calabozos y me dijeron que tenía que respetar una serie de normas, estas consistían en que no podía verles la cara, si quería algo cuando estaba en el calabozo tenía que llamar de espaldas (sin mirar a la puerta) a la puerta e irme hacia la pared el fondo, no podía hablar y tenía que obedecer lo que me decían.

En el calabozo (menos el primer día) me quitaban el antifaz pero el resto del tiempo lo tenía puesto. El calabozo sería de 5 pasos por 3 (más o menos) con una cama y mantas cuando te las ponían, la puerta tenía una ventanita pequeña pero no pude ver nada más, yo creo que a la salida había una puerta estrecha porque cuando me sacaban siempre me decían que tuviese cuidado y que agachase la cabeza (según con el humor con el que estaban).

Al poco tiempo de llegar me llevaron donde la forense (hacia las 12.30 del mediodía), a esta le enseñé las muñecas moradas por las esposas y le dije que no había dormido nada, me hizo desnudarme, me tomó la tensión, me miró la cabeza, me preguntó si tenía alguna enfermedad, si había estado operada... Me dijo que tenía que comer y beber mucha agua, pero yo le dije que no lo iba a hacer.

Entonces empezó la pesadilla. Me llevaron a una habitación donde había más de un guardia civil, me preguntaron si creía que la Guardia Civil torturaba, yo les dije que ya lo iba a comprobar durante aquellos días, entonces me dijeron que si que era cierto que la Guardia Civil torturaba y me preguntaron qué tipo de torturas conocía, yo les dije que la bolsa, los electrodos, la bañera... y me dijeron que estaba en mis manos conocer todas aquellas y más, que estaba en mis manos que aquellos días fueran un infierno o no, que allí todo el mundo cantaba pero que había algunos que eran los tontos que aguantaban un poco más. Entonces me dijeron que me desnudara. Me desnudé de arriba abajo y como no decía nada se enfadaron y se pusieron a gritar como locos, empezaron a hacerme la bolsa, yo estaba sentada en una silla totalmente desnuda, cada vez que rompía la bolsa me golpeaban fuertemente en la cabeza con la mano abierta y con periódicos. No sé cuantas veces me pusieron la bolsa pero yo creo que muchas, escuchaba los gritos de Mikel, le estaban torturando mucho, de vez en cuando me hacían gritar para que él me oyese, y si no gritaba como ellos me decían, me golpeaban más, yo estaba histérica, eran continuas las amenazas, las humillaciones y los golpes, empecé a inventarme cosas porque era la única salida que veía para que aquello parase, me llevaron al calabozo con un ataque de histeria bastante fuerte. Aquel día me dejaron tumbarme un rato.

Ese lunes me interrogaron unas 4 ó 5 veces con descansos muy cortos en el calabozo. El resto de descansos fueron de pie contra la pared por lo que no pude dormir. En todos los interrogatorios no pararon de hacerme la bolsa (aunque fueron más flojas que al día siguiente) y de darme golpes. En uno de ellos también me chocaron cables y me pusieron los pies en un balde de agua, pero no llegaron a enchufármelos, estaba desesperada también. Tuve que realizar numerosas flexiones. En estos interrogatorios participaban entre 2 y 14 guardias civiles. A veces se notaba que había mucha gente pero no puedo decir cuantos exactamente, ellos me dijeron que eran 14 (los que estaban con Mikel y conmigo).

No recuerdo bien el orden de los interrogatorios y de las torturas, por lo tanto voy a ir diciendo las torturas que me hicieron sin ningún orden.

Me decían que me iban a meter el palo por el culo, me lo llegaron a rozar, tuve que soportar todo tipo de vejaciones sexuales, que si iba a tener un hijo de guardia civil, que si les estaba poniendo cachondos, que Mikel se lo hacía con otras, que si mi cuerpo era no sé como, se me arrimaban por detrás como si me la fueran a meter... no sé, fueron continuos comentarios, también me amenazaban con la bañera.

No puedo decir cuanto tiempo duraban, yo ya estaba completamente desorientada hasta que me llevaron otra vez a donde la forense y ésta me dijo que eran las 10.30 ó 12.30 de la mañana del martes 26 de febrero. Me miró, pero yo no tenía ninguna marca, no le dije nada de las torturas, le dije que me mirara pero que no le iba a decir nada por miedo a que se lo dijese a los otros. Me dijo que tenía que comer y que beber mucha agua.

Con el tema de la comida, al principio no probé bocado y solo bebía del grifo del baño, a la guardia civil le decía que no iba a comer y que sólo iba a beber de botellas cerradas (por miedo a que me drogasen), al principio sólo me daban botellas cerradas (los últimos días me las llenaban del grifo del baño). Comer, tuve que comer un poco porque me dijeron que a ver que me creía, que si por no comer y beber iba a salir antes de allí, me dijeron que de allí no salía nadie ni para ir al hospital así que ya podía empezar a comer a no ser que prefiriese comer a la fuerza. Entonces decidí comer una manzana y el chorizo o el jamón de los bocadillos mirando si veía algo raro dentro y sin ninguna gana. También pensé que sino comía nada no había quien aguantase aquello y en el tono en el que me lo dijeron preferí comer por mi cuenta a que me diesen de comer a la fuerza con el antifaz y sin ver lo que me daban.

El martes fue el día más duro, fueron otros cuatro (no lo sé con certeza) intensos interrogatorios con descansos muy breves y sin poder dormir ni tumbarme en la cama, salvo cuando me caía, entonces me dejaban estar sentada en la cama 5 minutos hasta que me volvía a levantar y me volvía a caer, entonces otros 5 minutos sentada... Cada vez que escuchaba el ruido del cerrojo me daba un vuelco el corazón. Todos estos interrogatorios fueron muy duros:

-Estando totalmente desnuda, me ataron a una silla atándome los brazos con precinto y goma espuma, me colocaron innumerables veces la bolsa, cuando la rompía me golpeaban en la cabeza y me la volvían a colocar, me llegaron a poner 3 ó 4 bolsas juntas.

-En una ocasión me llevaron a otra habitación que la llamaban la “sala bit” o algo así, donde me inmovilizaron todo el cuerpo con un colchón o algo parecido, me levantaron y me dejaron inmovilizada de los pies a la cabeza. Entonces me pusieron la bolsa y me tapaban la boca y la nariz. Yo lo único que quería era desmayarme y perder el conocimiento pero cuando estaba a punto, me levantaban un poco la bolsa y otra vez vuelta a empezar. Me decían (yo creo que para darme fuerzas aunque no lo lograban) que era muy fuerte y que estaba aguantando mucho, que poca gente aguantaba aquello y cantaba todo el mundo, que yo me sabía muy bien el manual de la tortura, y que quien ha escrito ese manual no ha sido torturado.

-También me hicieron hacer innumerables flexiones, me agarraban del pelo, y bajaba y subía, esto era también muy duro, al final no podía andar, me tuvieron que llevar al calabozo porque las piernas no me respondían. Para ir al baño me tenía que apoyar en la pared porque me caía. En el resto de interrogatorios continué haciendo flexiones, muchas de las veces con la bolsa puesta en la cabeza, al final no podía ni sentarme del dolor de agujetas que tenía.

-También me hicieron poner los brazos rectos sin poder moverlos durante mucho tiempo y con la bolsa puesta (sin apretar).

-En cuatro ocasiones me colocaron los electrodos (por lo menos eso decían ellos), pero no los llegaron a activar salvo en una ocasión que dijeron que los activaban pero que no podían aumentar la potencia porque tenían una máquina nueva que hacía saltar los fusibles. Me hicieron colocarme dos cables en la espalda mojada y yo solo noté un cosquilleo, pero la sensación anterior, pensar en los electrodos, fue una pesadilla.
En estas cuatro ocasiones me colocaron los cables que parecían ser de teléfono en los brazos, en el pecho y en la espalda. En una ocasión me pusieron un aparato redondo en la mano que no supe lo que era.

-En tres ocasiones me pusieron una pistola en la mano. Me dieron a entender que era la que mató al concejal de Leitza y que estaba en mis manos tener una acusación por colaboración o por asesinato.

-Me amenazaban muchas veces con que no iba a poder tener hijos o si los tenía iban a ser de la Guardia Civil. Me dijeron que Iñigo Vallejo estaba con ellos y a ver si yo quería acabar como él, en aquellos momentos les dije que me mataran si querían y me dijeron que ellos no habían dicho eso. A mí ya me daba igual lo que me hicieran, solo quería acabar con todo aquello, no podía más, les decía que hiciesen lo que quisieran con mi cuerpo, que no tenía nada para contarles. Lo mas duro fue eso, recibir palos sin saber qué querían escuchar, tenían que estar todo el rato dándole vueltas a la cabeza pensando en historias inventadas (padres, contraseñas, cartas, gente...). Me inventé unas cuatro historias diferentes, cada vez que creía que aquella era la buena, en el siguiente interrogatorio empezaban de cero las torturas, me golpeaban más por mentirosa y más todavía por callarme. Me resultaba muy difícil inventarme cosas que no había vivido.

-También recibí muchos golpes en la cabeza y en el estómago (en el estómago menos) con periódicos enrollados, yo creía que me iba a estallar la cabeza y que estaba sangrando. Fueron muchos golpes durante mucho tiempo, cuando se cansaron me los tuve que dar yo en la cabeza y mientras me dañaba sentía una especie de desahogo.

-También me hicieron dar una rueda de prensa contando todas las torturas recibidas. Luego tuve que cantar el “Eusko Gudariak” y más adelante gritar “Viva la Guardia Civil” y cosas por el estilo.

-Me cambiaron de antifaz porque el que tenía puesto me estaba un poco prieto y con las lágrimas y tanto tiempo puesto me debió de salir un sarpullido en la zona de los ojos. Me los estaban mirando continuamente.

El miércoles 27, por la mañana, me volvieron a llevar a la forense. Antes de llevarme ante ella, me enseñaron un fax en el que me alargaban el tiempo de incomunicación. La forense me desnudó y yo vi como tenía el pecho rojo y la espalda también la debía tener totalmente roja, la guardia civil me dijo que la debía de tener roja de rascarme la espalda. Le pregunté a la forense si tenía algo en los ojos porque me habían cambiado de antifaz y me estaban venga a mirar los ojos. Ella apuntó en un papel algo y me dijo que eso estaba prohibido. Me dolían mucho la cabeza y las piernas, pero aparentemente no tenía nada. Se cuidaban muchísimo en no lesionarme. A causa de la ansiedad y los nervios me estaba continuamente tocando las uñas y quitándome los pellejos y mordiéndome los labios, ellos siempre me decían que tuviese cuidado que me iba a hacer daño.

Aquella mañana el primer interrogatorio fue durísimo. Me envolvieron en mantas y estando sentada me agarraron por todas partes (esta vez vestida), atada a la silla. Me pusieron al final 3 ó 4 bolsas a la vez, me taparon la nariz y la boca y al final, a punto del desmayo, me oriné en los pantalones con tanta fuerza que casi les salpico. Tuve que permanecer el resto de los días con los pantalones totalmente mojados y orinados. En esta última sesión de bolsa me mordí el labio por dentro y me dieron agua para enjuagarme porque debía de estar sangrando, tenía bastante herida, y me asustaron diciéndome que me lo iban a coser con aguja e hilo.

A partir de aquí pararon los golpes, me quitaron el antifaz y me sentaron en una esquina de la habitación donde empezaron a preparar mi declaración policial. Estuve hasta la 1.30 de la madrugada sin ir al calabozo para descansar, fueron todo preguntas y una presión psicológica muy fuerte. Cuando me aprendí la declaración me dijeron que me la iban a hacer tres o más veces, que en una de ellas estaría el abogado de oficio pero yo no iba a saber en cual porque no le podría ver, y que si cambiaba algo de la declaración, volverían los golpes. La tortura psicológica fue muy fuerte, en la declaración impliqué a cuatro personas, una ya estaba detenida, era Mikel, y yo llevaba desde el miércoles sin escucharle, me dijeron que sufría del corazón y que estaba muy mal. También impliqué a mi madre y a mi hermano.

Me vino un guardia civil nuevo, aquella voz no la había oído nunca, y me dijo que él era el que le había torturado a Mikel y que si no quería acabar como él, más me valía declarar todo como lo habíamos acordado. A la 1.30 horas realicé la primera declaración ante la policía, yo no podía ver al abogado, en ningún momento me enseñó al carné de identificación, hice la declaración tal y como la habíamos preparado y me dejaron dormir. Yo calculo que habría dormido unas cuatro horas (las únicas en cinco días), en aquellas cuatro horas me despertaron varias veces preguntándome dónde vivía la gente a la que yo había implicado (aunque ya se lo había dicho antes en la declaración).

A las siete de la mañana de nuevo hice la misma declaración, al rato (ya no me dejaban tumbarme) me vio otro forense, no le dije nada de las torturas por miedo a que se lo contase. Me miró y no sé ni lo que apuntó.

Después empezó el interrogatorio, era jueves 28, por la mañana y estuve hasta las 12 de la noche o algo así, no lo sé seguro. Ellos me hicieron creer que era miércoles y que todavía quedaban dos días. Calculo que fueron casi 14 horas de interrogatorio seguido. Yo estaba más tranquila porque creía que ya había pasado lo peor, pero vinieron a gritos diciendo que era una mentirosa y que todo lo que había declarado ante la policía era mentira, me empezaron a golpear de nuevo en la cabeza y me hicieron escribir en folios, me hicieron escribir nombres de gente conocida.

Había dos grupos de policías, unos eran los “buenos” y los otros eran los “malos”. Los “buenos” tenían una voz tranquilizadora y dialogante aunque también torturaban, y con los malos no se podía hablar. En estos interrogatorios los “buenos” estaban todo el rato amenazando con que iban a venir los otros, “el salvaje” como le llamaba uno de los “buenos”, sino colaboraba con ellos.

Me preguntaron cómo podía haber implicado a mi madre, que habían estado en su casa y que no habían encontrado nada, pero que se la habían traído a Madrid porque tenían orden de detenerla, que se lo estaba pasando muy mal por la enfermedad que padece, que cada dos por tres la tenían que llevar al hospital. Todos estos interrogatorios los hacían al lado de más detenidos, yo reconocí a uno de ellos por la voz, pero me dijeron que no iba con el asunto, que era un peruano. Sus gritos me impedían seguir con la declaración, cada vez que le oía pensaba en todo lo que había pasado y empezaba a tener escalofríos que me duraban largos minutos. Me llevaron al calabozo porque los gritos de los demás detenidos me impedían hablar y allí siguieron los interrogatorios.

Me hicieron una prueba caligráfica y reconocimiento de fotografías, que aunque ellos sabían que era mentira, tuve que declarar en función a la declaración policial.

También me llevaron a cogerme las huellas dactilares, pero con el antifaz puesto. Los que me las cogían no tenían mucha idea porque tuvieron que hacer unas diez de cada dedo porque decían que salían muy empastadas. Yo no veía donde ponía la mano.

Esa noche tampoco me dejaron dormir, de vez en cuando me dejaban cinco minutos sentada en la cama, yo noté que había más detenidos pero no reconocía a nadie más.

Por la mañana del viernes 1 de marzo, vinieron y me dijeron que me iban a entregar, que estaba en mis manos que mi madre y mi hermano siguieran detenidos, que podía declarar lo que quisiera ante el juez, pero si lo aceptaba todo, soltarían a mi madre de inmediato, que mi caso lo llevaba Polanco y que a él le daba lo mismo lo que le contase, que si lo negaba iba a ser peor, que sería mejor si lo aceptaba todo porque entonces estaría unos meses en la cárcel pero luego saldría en libertad, porque yo no tenía nada. Yo no sabía si verdaderamente mi madre estaba detenida, les creía capaces de cualquier cosa. En el viaje a la Audiencia (lo realicé esposada), antes de entrar pude ver a mi madre por la ventanilla del furgón, entonces me tranquilicé muchísimo, decidí negarlo todo, pero aún así tenía mucho miedo de que la detuvieran.

En la Audiencia Nacional ya podía ver y mirar a todo el mundo, pero todavía estaba asustada de mirar a la cara de la gente, todas las voces parecían las de los guardias civiles que habían participado en los interrogatorios. Me metieron en la celda y me vio el médico forense. Le dije lo de la herida de la boca, que era provocada por la aplicación de la bolsa y que tenía las piernas muy doloridas por las flexiones que me hicieron hacer. No sé si apuntó algo.

Luego me llevaron ante el juez Polanco, negué todo lo que se me imputaba y denuncié que la declaración fue obtenida bajo torturas, que fui sometida a largos interrogatorios desnuda, que me aplicaron la bolsa en numerosas ocasiones hasta estar a punto de perder el conocimiento, que tuve que realizar muchas flexiones hasta el punto de no poder andar, que en cuatro ocasiones me pusieron los electrodos sin llegar a enchufarlos y que fui objeto de vejaciones sexuales. El juez me insistió en un par de puntos, pero yo le dije que todo era mentira, me dijo si conocía a la gente que había reconocido en fotos y dije que si pero que el cargo que les imputaba era mentira. El fiscal pidió la incomunicación y el abogado la libertad, entonces me dijeron si quería firmar y dije que no, así que me sacaron de la sala sin leer mi declaración, no sé si pusieron todo lo que dije.

Me llevaron otra vez al calabozo y pude hablar un poco con Mikel, hasta que nos pusieron la radio para que no nos escucháramos. Me llevaron donde la secretaria y me dijo que habían ampliado el tiempo de incomunicación, que mi abogada ya lo sabía y que me llevaban a Soto del Real. En la cárcel me preguntaron si tenía alguna lesión y les dije que no. Entonces me metieron en la ducha y me miraron si estaba bien. Yo la única marca que tenía era en la boca, y el cansancio que tenía encima. A los dos días me dieron suero después de haber visto el médico desde la rendija de la puerta de la celda que estaba muy cansada y que tenía diarrea.

La incomunicación me la levantaron el martes 5 de marzo a las 5 de la tarde. Hasta entonces estuve en el módulo de aislamiento sin poder salir al patio ni hablar con nadie, sin saber nada del resto de los detenidos. Al día siguiente a la tarde me llevaron al módulo 12 donde ya pude saber más cosas. El martes estuve con mi abogada.

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