Me detuvo la Policía Nacional el 16 de enero de 1997, a las 02.30 horas de la madrugada, cuando llegabamos a casa. Vimos que estaba la Policía, pero no le dimos demasiada importancia. Nos dimos cuenta que dos policías se acercaban a nosotros. El portal tiene un pasillo y cuando fuimos a pisar la puerta de dentro había otros dos policías. Uno de ellos nos enseñó la placa. Me reconocieron. Leyendo el auto llegamos a las escaleras. Subimos a casa. La puerta estaba reventada, no sé cómo, a patadas o así. Dentro de la casa había un montón de policías y el secretario del Juzgado. Éste nos explicó que llevaban media hora en casa y que la cocina ya estaba registrada.
Tenían unos catorce frascos en una caja. Encerraron a mis tres amigos en la cocina y me tuvieron a mí mientras realizaban el registro. Primero fue la sala. Encontraron una china y empezaron a vacilar diciéndome "cómo teneís esto si no os dejan drogaros". Abrieron los cuadros que había en la pared por detrás. Registraron todo de arriba a abajo. Fuimos a mi habitación a registrarla. No ocurrió gran cosa. Estaban vacilando todo el tiempo.
Me enseñaron la orden de registro, pero el asunto es que yo no estoy empadronado en esa casa, bueno ninguno de nosotros está ahí empadronado.
Cogieron una capucha. Les expliqué que había estado en Pirineos y se rieron de mí. Se llevaron una carpeta y una chamarra como prueba. Después de terminar el registro de mi habitación, llamaron a los otros tres para registrar sus cuartos.
En un principio, no tenían que llevarme más que a mí detenido, pero al final nos llevaron a todos a comisaría, aunque contra el resto no había nada escrito, ninguna orden de detención.
En el auto de detención aparecía "Coordinación de grupos Y, quema de autobuses".
Abajo, en la calle, había un montón de coches policiales esperando. Nos metieron a cada uno en un coche, pero como no había sitio para todos, llevaron a Iñigo del Valle en la furgoneta. Iñigo sólo había venido a casa a cenar, pero luego le implicaron en el supuesto grupo Y.
Tan pronto como llegamos a la comisaría de la Policía Nacional en Indautxu me hicieron un interrogatorio. Continuamente decían que había un montón de detenidos, "que habían cantado" y no sé qué más. En este interrogatorio hubo amenazas: que había dos formas de estar, una al modo de los hombres y otra de los animales; "como hombres" decían y además sintiéndose muy orgullosos y que yo había elegido el camino malo y que en el próximo interrogatorio ya vería. Me hicieron poner la capucha y me dieron un golpe. Todo el tiempo hubo amenazas, que habían cantado, que íbamos para la cárcel, etc.
Nos pasaron por el Médico Forense el jueves, día 16, por la mañana y también estaba un Juez. Se identificó y me preguntó a ver si había habido malos tratos. Yo, como estaba asustado, al principio no dije nada, luego sí, lo de la presión psicológica y que habían estado machacándome la cabeza. Después le pregunté al Juez a ver si el forense iba a pasar de nuevo, porque me iba a quedar de nuevo en manos de la policía. El Juez me aseguró que la Policía no vería lo que le había dicho al Forense. El viernes, día 17, volvió a pasar el Forense. Una de las veces estuvo el Juez, en la otra no.
Me hicieron firmar el papel de la incomunicación y de los derechos. Me subieron para hacer la declaración policial y un policía me dijo que tenía derecho a no hacerla. El Abogado de Oficio estaba callado. Dije que no diría nada ni firmaría nada. El policía me preguntó el por qué y me dijo "si tú total vas a firmar que no has dicho nada", intentó convencerme para que firmara que no respondía a nada.
Le expliqué a un policía que todo estaba muy sucio y ese era un problema de higiene y salud. Me contestó que no era su problema.
En todos los interrogatorios ví a los policías que me interrogaban. Cuando me trasladaban por las dependenicas de la comisaría de Indautxu iba con la cabeza en alto y mirando todo. Me decían: "que bajes la cabeza, me cagüen dios". Bajaba la cabeza un poco. El policía que normalmente iba conmigo era bastante suave, estuvo hablando conmigo. Yo ya sabía que tienes que andar con cuidado con el asunto del "policía bueno y el malo".
La celda tenía baldosas de 15 centímetros, 16 a lo largo y 4 centímetros, 16 baldosas y 12 centímetros de alto y 9 baldosas de ancho. Anchura no tenía, pero altura sí. La luz de la celda estuvo permanentemente encendida durante todo el tiempo. Una noche le pedimos a un policía que la apagara.
Para comer nos daban bocadillos. No los cogía. No nos dejaban fumar, orinar sí. En una ocasión se metió en la celda un policía amenazándome porque me oyo hablar.
Para controlar el tiempo que pasaba, tenía una herida en el dedo y me daban unas pastillas.
El sábado a la mañana, 18 de enero, los ruidos comenzaron a las 06.00 horas de la mañana y a las 08.00 h. nos llevaron a Madrid. Durante el viaje tuve que llevar la cabeza agachada y fui esposado con las manos por delante, pero fue bastante tranquilo. Al llegar a Madrid me hicieron bajar la cabeza de nuevo bastante bruscamente.
Ya en Madrid, en la Audiencia Nacional, un secretario me volvió a leer los derechos, también estaba presente un Médico Forense. Este último me hizo algunas pregunta, tales como si había sufrido malos tratos y si quería que él me reconociera. Luego me llamó otra vez el Forense, sin secretario, para saber si estaba bien psicológicamente.
Pasé a declarar ante el Juez Javier Gómez de Liaño. Al Fiscal le entendí absolución. A mí Arantza Zulueta, la abogada de confianza que me asistió, me dijo "vas a la calle", y firmé el auto de libertad.
El Juez me dijo: "tú aquí has declarado que no te han pegado, el Forense dice que estás bien psicológicamente", pero no mencionó nada sobre mi denuncia. Le dije que nos habían metido caña psicológicamente, aunque mi estado fuera bueno para declarar.
También me dieron algunos golpes, uno fuerte y luego otros, no fue cosa seria, unos toques. No mencioné nada ante el Juez.
En cuanto a las secuelas, tengo paranoia. Hoy ha sido la primera vez que he dormido bien. También tengo bajones y subidones, en algunos momentos me encuentro bien y en otros mal. Intento escapar de Bilbo. Entras en cualquier bar y ahora todos son policías. El tiempo que tiene que pasar tiene que pasar.
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